martes, 23 de agosto de 2011

17 de agosto: Palabras alusivas de la Prof. Margarita Bailo

Cuando debo hablar a los alumnos en estas festividades patrias, siempre busco releer los libros para refrescar los hechos, pero sobre todo, trato de ahondar en lo que la gesta a recordar tiene de vigente hoy día.
He estado pensando ayer en Don José de San Martín profundamente. Se aparecieron ante mí muchas cosas: algunas trayéndome recuerdos infantiles como el nombre de su madre Doña Gregoria Matorras, repetido junto a la mía, una, dos, tres veces, para no olvidarlo. Su casa natal, en Yapeyú, que tuve oportunidad de ojear, en una enciclopedia,  hace poco y en donde imaginé al niño pequeño, pequeñito, con la mirada  fija en el río o jugando entre los churquis y los espinillos junto a otros niños aindiados y descalzos, tan niños como él. Y las caras beatíficas de su mujer y de su hija, a través de las hojas del Billiken... Siempre me pareció que en ellas Mercedes parecía mayor  que su madre, esa Remedios que vivió tan poco, que vivió tan sola ...
Y finalmente, y como siempre sucede cuando reveo la vida de los hombres de otros siglos, me he sorprendido con su juventud: 11 años cuando entró a servir en el Ejército Español, 34 cuando regresó a su América, 46 cuando se alejó definitivamente.
Y en los 12 años que estuvo en nuestra tierra se convirtió en un héroe. . .
¿ Cómo ha sido posible me pregunto? ¿ En dónde residió tanta grandeza?
Pasan por mi memoria muchas facetas diferentes de este hombre: Un San Martín  severo gobernando Cuyo, un San Martín tierno dictando  las Máximas para su hija;  un San Martín generoso acordándose en su  testamento de su hermana, de su patria, de Lima... Un San Martín valiente enfrentando la inhóspita cordillera, los caudalosos ríos, el océano...
Pero de todas ellas hay una que me conmueve, que me hace pensar en los tiempos que vivió, que me parece válida para todos nosotros; y es la del San Martín que dio un paso a un costado, esperando, esperando hasta su muerte que sus conciudadanos reflexionaran, que no se desangraran, que se unieran, que dejaran de lado sus pequeñeces...
Y creía que seguiríamos dejándonos arrastrar por esa inercia. Siento que Argentina junto con nuestros vecinos Latinoamericanos estamos reaccionando y ataremos nuestros sueños chiquitos a un gran sueño: el de una patria grande, inmensa, continental, americana, abierta. Prueba de esto es UNASUR, cuyo “Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas” dice:” La República Argentina, la República de Bolivia, La República Federativa del Brasil, la República de Colombia, la República de Chile, La República Cooperativa de Guyana, la República del Paraguay, la República del Perú, la República Suriname, la República Oriental del Uruguay y la República Bolivariana de Venezuela, apoyadas en la historia compartida y solidaria de nuestras naciones, multiétnicas, plurilingües y multiculturales, que han luchado por la emancipación y la unidad suramericana, honrando el pensamiento de quienes forjaron nuestra independencia y libertad a favor de esa unión y la construcción de un futuro común”. Su personalidad jurídica es internacional y ratifican- sus integrantes-  la plena vigencia de las instituciones democráticas y el respeto irrestricto de los derechos humanos como condiciones esenciales para la construcción de un futuro de paz y prosperidad económica y social y el desarrollo de los procesos de integración entre los Estados Miembros.
Desde alguna parte los ojos de nuestros antepasados nos han de estar mirando, generación tras generación y a la espera de la concreción de ese sueño.  Tal vez podamos ser nosotros, ustedes, alumnos, que son tan jóvenes, los que podamos concretar el sueño sanmartiniano, tal vez en cada uno de nosotros haya un poco del héroe de estos tiempos y que, mirando juntos, más arriba, lo logremos.

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